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Hace 500 años (27 de marzo de 1513) Ponce de León puso un pie en una península a la que llamó Florida y con él empezó la historia española y europea en Norteamérica.

Dicen los americanos que España fue al Nuevo Mundo buscando “tres ges” (God, gold and glory: Dios, oro y gloria). No está mal visto. Pero si conocieran a fondo sus orígenes europeos, a lo mejor se daban cuenta de que el famoso “sueño americano” empezó siendo un sueño español… Así concluye Fernando Pajares en El País su artículo dedicado al aniversario de la llegada española a Estados Unidos. Magnífico artículo (se lo recomiendo encarecidamente) y toda una inspiración para arrancar el mío, y es que, al igual que sucediera hace 500 años, el sueño americano vuelve a ser de nuevo el sueño español.

Algunos datos

Nada nuevo bajo el sol si decimos que la economía española y europea están en crisis. No nos ha de extrañar, pues, conocer los descensos de ventas en 2012 a nuestros principales socios comerciales: la UE (-1,3%) y la zona euro (-2,7%)  fruto de la debilidad europea; o saber que el PIB en España siguió cayendo este primer trimestre de 2013 por la debilidad de nuestra propia demanda interna. Sin embargo, hay luz al final del túnel, y ese túnel nos lleva directamente hasta América, más concretamente, a Estados Unidos. Pese a los malos datos europeos y al peso de nuestras exportaciones a la UE (un 62,8% del total), las exportaciones españolas crecieron en 2012 en su conjunto un 3,8% marcando un record histórico. Este impulso viene liderado por Estados Unidos, donde nuestras exportaciones crecieron un 13,9% convirtiéndose ya en nuestro 6º socio comercial más importante, y el 1º no europeo.

¿Por qué Estados Unidos?

Algunas razones son obvias amén de la ya apuntada debilidad de la demanda española y europea. Estados Unidos absorbe en torno al 22% de la producción global, el 13% del total de las importaciones mundiales y ofrece 315 millones de potenciales consumidores con una renta per cápita de 49.802 $ (unos 38.000 €) con las pautas consumistas propias del país más rico y poderoso del mundo.

Otros motivos, no tan obvios, son igualmente significativos. La identificación cultural de la comunidad hispana (muy presente en los centros económicos del país (Miami, Nueva York y California), o la buena imagen de la “marca España” en algunos sectores relevantes como el textil, el ferroviario o el agroalimentario, juegan también a favor de las empresas españolas.

Sin embargo, y aunque los datos arriba expuestos podrían hacer pensar lo contrario, el potencial que ofrece el mercado norteamericano aún no ha sido alcanzado ni de lejos por las empresas españolas. Solo un ejemplo: España ocupa el puesto 31 en el ranking de las importaciones de Estados Unidos por país, muy lejos de los datos de Italia, Francia, Reino Unido o Alemania, y también por detrás de países menos potentes (y menos grandes) como Irlanda, Holanda, Bélgica, o Suiza (por mencionar solo unos pocos de nuestros socios europeos). El miedo a lo lejano y a lo desconocido hace aún hoy mella, sobre todo entre las PYMES. Pero Estados Unidos ni está tan lejos ni es tan desconocido. Recuerden, Ponce de León ya llegó allí con un barcucho hace 500 años.

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